miércoles, 8 de septiembre de 2010

El día en que casi pierdo mi alma

Primera crónica que escribo partiendo de cero desde mi ya lejana, y legendaria me permito añadir, participación en Marhhabaa, así que supongo que estaré algo oxidado después de 5 años sin escribir nada. Digo esto porque imagino que esta crónica bajará bastante el nivel ofrecido por la primera. No seais demasiado duros conmigo…

EL DÍA EN QUE CASI PIERDO MI ALMA.

Antes de situarnos en fatídico día es preciso realizar una pequeña introducción para poner en situación a la mayoría de vosotros. Existe en Laxe una persona que se hace llamar Fandiño, pero este solo es el nombre que utiliza en la Tierra, ya que en relidad bajo ese recipiente de carne y hueso que utiliza para pasearse por ahí, se esconde nada más y nada menos que el mismísimo diablo. En serio si hicieran una encuesta y le pidiesen a todo el mundo que hiciera un retrato robot de cómo sería Satanás si fuese humano, estoy seguro de que saldría la cara del mencionado Fandiño. Bueno su cara sería algo parecido a esto:















Pero ignorando el peligro que ello conllevaba nos pasamos el verano entero haciendo bromas sobre su evidente parecido conKratos, protagonista del juego God of War (el de la imagen de arriba) o sobre la posibilidad de que en realidad fuera el propio demonio que había decidido tomarse unas pequeñas vacaciones en la Tierra y no había encontrado un lugar mejor que Laxe (todo ello a sus demoníacas espaldas por supuesto, tampoco era plan de jugarnos la vida)
Con estos inquietantes precedentes podreis haceros una idea de lo que sentí cuando un día como otro cualquiera de fiestas me dispuse a comprar una copa con Ignacio y de repente vimos que ahí estaba él, hablando con un amigo, que debía ser otro demonio en cuerpo de humano porque de otra forma no alcanzo a comprender como le puedes derigir la palabra a “el que no debe ser nombrado “ sin temer por vida, y vemos que levanta el dedo, señala a donde estábamos nosotros y realiza un gesto indicando que nos presentasemos ante él. En un primer momento creí imposible que Su Siniestra Señoría hubiera posado sus ojos en alguien tan insignificante como yo, así que miré a los lados buscando al posible desgraciado que había despertado su interés. Al ver que nadie parecia inmutarse volví a mirar hacia Fandiño y el alma se me cayo a los pies cuando comprobé que seguía con el índice levantado y haciendo gestos para que fuera allí. Era evidente que se refería a mí, pero aún así no quise creerlo ya que ir ante aquel monstruo supondría seguramente el final de mi vida, pero entonces una chica que tenía al lado me tocó el hombro y me dijo “creo que te llama”. Era definitivo, por algún motivo desconocido Satanás quería decirme algo y ya no tenía escapatoría posible. Los 3 metros que me separaban de él fueron los más largos de mi vida, pensando en las cosas que no había hecho en mi vida, como dar la vuelta al mundo en moto, y que jamás podría hacer cuando Fandiño acabase conmigo. Cuando me planté ante su imponente figura, todos los miembros de mi cerpo estaba temblando como gelatina y tenía que hacer esfuerzos sobrehumanos para controlar mis esfínteres. Entonces habló con una poderosa y estremecedora voz y dijo: “¿Qué haces con esa chica?” (debía referirse a la que me había dado los toques en el hombro). Evidentemente yo nunca había visto a la susodicha chicuela y desde luego jamás se me habría ocurrido hacer nada que pudiera molestar a Lucifer, por eso pensé que quizás alguno de sus fieles esbirros le había dado información sobre nuestras incesantes burlas.

                                               (foto de posibles esbirros)

“yyyo na.. na naa nada” fueron las únicas palabras que alcancé a pronunciar con los testículos a la altura de la nuez. “¿ Que hacías con esa chica!!?” volvió a decir, pero esta vez con un tono más aterrador e insistente. Pero cuando ya apenas me mantenía en pie, y ya me había hecho a la idea de que aquel demonio con forma humana me arrancaría el corazón y se lo comería cual manzana, no sin antes llevarse mi alma y condenarla a una eternidad de insoportables torturas, una acción probablemente divina me dió la oportunidad que necesitaba para salir con vida. El amigo de Fandiño había derramado el contenido de una copa sobre su Señor y se habían puesto a discutir, dandome así la posibilidad de huir y poner a salvo todos los órganos de mi cuerpo, y lo que es más importante, mi querida alma.
Cuando estuve a unos 100 metros, y no antes, recobré el color y las fuerzas y pude seguir disfrutando de la noche consciente de que había vuelto a nacer, ya que hacía escasos segundos me había encontrado con la muerte cara a cara y salido airoso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario